Despejar la paja del
trigo
Miércoles 21 de marzo de
2012
En un mundo hipernoticioso, en el que la información circula
24/7 a la velocidad de la luz (y ahora, gracias en gran medida a los
dispositivos portátiles, hasta en sitios que hasta hace un par de años hubieran
sido inimaginables), el verbo "alfabetizar" tiene significados que
van más allá de aprender a leer y escribir.
En lo que hace a las noticias, ya no se trata de obtenerlas
(nos llegan a mares con sólo hacer clic), sino de distinguir entre la paja y el
trigo en esa parva de datos y afirmaciones, muchos de los cuales no tienen más
asidero que una promesa rimbombante o presentan resultados sesgados. Esto vale
para todas las esferas de la actividad humana, pero a veces es difícil de
advertir y particularmente significativo para los lectores entusiastas de
novedades científicas... ¡y para los periodistas de ciencia!
Ni siquiera tratándose de una comunidad basada absolutamente
en el prestigio y sometida a rigurosas reglas de transparencia los científicos
pueden impedir que, con una frecuencia que sorprende si se toma nota de la
cantidad de trabajos "retractados" (por lo menos uno por día, entre
los que no faltan algunos con amplia difusión pública), en el catálogo de malas
prácticas se les filtren algunas conocidas, como el plagio o la
"influencia coercitiva".
En lo que va de este año, Nature y Science publicaron cada
una un comentario referido a estos temas que consideran un problema creciente
en épocas de vacas flacas en el hemisferio norte.
"A medida que los investigadores tienen que competir
cada vez más por fondos escasos, crecen los esfuerzos de las revistas
científicas para identificar papers que plagian el trabajo de otros", dice
en uno de ellos Harold Garner, director ejecutivo del Instituto Virginia
Bioinformatics, de la Universidad Tecnológica de Virginia. Garner, que diseñó
un software para detectar estos casos de mala praxis descubrió más de 150
sospechosos en la base de datos de Medline de marzo de 2009.
Mientras, según Garner, algunos investigadores están
empezando a hablar de una pandemia de plagio en las grandes instituciones,
Richard van Noorden escribe en el otro comentario que en una encuesta entre
54.000 académicos de las ciencias sociales y la economía, uno de cada cinco
dijeron haber agregado referencias superfluas en sus trabajos para que se los
publicaran. Esta práctica de "citas coercitivas" se utilizaría para
aumentar el "factor de impacto" de la publicación.
Si esto ocurre en la génesis de las noticias científicas y
de salud, ¿qué decir de la forma en que llegan a los medios de comunicación
masiva, donde se mezclan riesgos relativos con absolutos, se confunde
"causa" con "asociación" o se desconocen las diferencias
entre estudios poblacionales y pruebas diagnósticas? Tal vez, que hoy el
escepticismo más que una elección es una necesidad....