La idea fundamental de
esta obra es abordar el modo en que los discursos políticos
hablan, básicamente, de aquello que no dicen, a base de
connotaciones e inferencias. El título también es deudor
de la idea de Christian Salmon en L'ere du clash: el sobresalto,
el shock, la pirotecnia. El punto de partida es la distinción
de dos grandes retóricas, una de naturaleza eufemística
(típicamente asociada a posiciones progresistas) y otra de
naturaleza disfemística (típicamente asociada a
posiciones conservadoras y ultraconservadoras). Son las
“retóricas de la peculiaridad” y las
“retóricas negativas”, cuya hipertrofia lleva al
discurso "políticamente" correcto y a la desinhibición
del discurso del odio. Ambos estilos recurren, si lo necesitan, a las
técnicas del otro.
El capítulo 1 se dedica a la
caracterización general del discurso público, que
está marcado por tres grandes principios:
1) La falacia de la performatividad
supone aplicar el negacionismo científico a la
lingüística. Es la idea falsa, mantenida desde todo tipo
de posiciones, de que el lenguaje consiste solo en
poner-nombre-a-las-cosas, y que, por ello, las lenguas funcionan como
nomenclaturas que "crean" la realidad a gusto del hablante.
2) El presentismo enunciativo supone
que en el discurso actual no hay memoria, salvo la cada vez mayor de
los aparatos digitales. Tampoco la hay en nuestros sistemas
educativos: desde los 90, esos modelos neoliberales configuran un
ciudadano indefenso ante la desinformación.
3) La polifonía discursiva nos
coloca a todos en medio de múltiples fragmentos textuales, sin
estructura, sin principio ni final, sin densidad referencial. Vivimos
en una enorme pareidolia de textos filtrados por
múltiples pantallas simultáneas.
Por último, se dedica un apartado al
"giro afectivo" de las ciencias humanas y sociales (un giro que
aparece también en el propio discurso público), y a los
dos niveles de desinformación, micro y macro (la segunda, de
carácter sistémico, mucho más peligrosa).
El capítulo 2 corresponde al
análisis lingüístico de la polaridad. Frente a
modelos que se basan estrictamente en el léxico (teoría
sistémica, sentiment analysis) se propone un
análisis que (1) se centra en los actos de habla; (2) analiza
el despliegue de la valoración en ethos, pathos y logos.
El capítulo 3 se centra en la
polarización eufemística de las retóricas de la
peculiaridad; se describe el funcionamiento de la corrección
política y su hipertrofia en la falacia de performatividad, y
se proponen rasgos discursivos propios de esta retórica,
típicamente asociada a posiciones políticas
progresistas.
Por último, el capítulo 4
focaliza la polarización disfemística de las
retóricas negativas excluyentes, y su radicalización en
el discurso del odio; se intenta también una descripción
de rasgos prototípicos de este discurso, y se establecen
correspondencias con el fenómeno psicológico de la
desconexión moral.